Calendario: ¿Porqué se usa el “Antes y después” de Cristo?

Julien Dordellie
15 min readJan 17, 2024

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Calendario Juliano

Desde las primeras civilizaciones, el ser humano ha contado el paso de los días y ha intentado dividir el tiempo en sistemas lógicos. Esta necesidad de representar el paso del tiempo llevó a la creación de los primeros calendarios.

Cada pueblo adaptaba el calendario como un reflejo de su cultura: su religión, las festividades más importantes, el paso de las estaciones y la cosecha… Además de introducir nuevas observaciones y cálculos que han llevado hasta los calendarios actuales.

En la actualidad existen diferentes tipos de calendarios: el calendario chino, el hebreo, el hindú, el musulmán, el persa, el budista… El más utilizado en el todo el mundo es el calendario gregoriano, un calendario solar creado en 1582.

Las civilizaciones más antiguas se basaban en la observación del cielo y las estrellas para contar el tiempo, aunque no era un método exacto. La posición de los planetas y las fases de la Luna se convirtieron en la referencia: cuando la Luna retornaba a la fase inicial de su órbita, el mes había terminado.

El calendario más antiguo del que se tiene conocimiento está en Aberdeenshire (Escocia) y data del 8.000 a.C. Se trata de un monumento del Monolítico compuesto por 12 piedras que marcan la posición de la luna a lo largo del un año.

Algunas culturas incluyeron también el paso de las estaciones y las observaciones solares: eso dio origen a los calendarios lunisolares. Los sumerios y los babilonios fueron los pioneros en crear este tipo de calendarios hace 5.000 años en la región de Mesopotamia (actual Oriente Medio).

Los sumerios dividieron el año en doce ciclos lunares, pues su base numérica era el 12 mismo, aunque este tiempo no coincidía con el año solar (que era más largo). Así que añadían un mes cada cuatro años para compensar. Más tarde, los babilonios fraccionaron el día en 24 horas y la hora en 60 minutos.

Calendario Sumerio

El calendario sumerio inspiró el calendario de otras civilizaciones como los hebreos, los antiguos egipcios y los griegos clásicos.

Por su parte, los primeros calendarios solares aparecieron en Egipto hace 3.000 años. Los astrónomos y matemáticos egipcios descubrieron que el año duraba 365 días, dividieron el calendario en 12 meses de 30 días cada uno y tomaron festivos los 5 días que sobraban cada año, conocidos como epagómenos. Estos 5 días eran los dedicados a los nacimientos de los dioses Osiris, Horus, Seth, Isis y Neftis, hijos de la diosa Nut. El calendario civil u oficial egipcio es el primer calendario solar del que se tiene noticia. Los pueblos de la antigüedad medían los años mediante calendarios lunares, por ejemplo, los babilonios, pueblo altamente preocupado por la Astronomía y las Matemáticas, tenían un calendario basado en observaciones lunares. Ahora bien, el concepto de mes a partir de las fases lunares lleva implícita la observación constante de fenómenos que no son en absoluto regulares. La duración de una lunación es variable y está comprendida entre 29 días 6 horas y 29 días 20 horas, siendo el mes lunar medio de 29 días 12 horas 44 minutos 2 segundos. Un calendario con meses de 29 y 30 días se ajusta bastante bien a los ciclos de la Luna. Solo habría que añadir 1 día a 1 mes de 29 días cada 30 meses. A pesar de la dificultad de ajuste mediante la Luna, los calendarios solares se complican todavía más. No obstante éste era el que empleaban los egipcios, aunque existen noticias de que en épocas más antiguas sí hacían uso de un calendario lunar.

Los meses se agrupaban en estaciones, cada una de las cuales constaba de 4 meses, de 3 semanas de 10 días cada una. Estas semanas denominadas décadas eran llamadas primera, mediana y última. Las estaciones eran: la estación de la inundación (Ajet), el invierno o estación de la germinación (Peret) y el verano o estación del calor (Shemu), también conocida como estación de la deficiencia por la falta de agua en el Nilo.

A estos meses se les añadían, tras el último día de Mesore, los 5 días epagómenos. El año comenzaba con el orto helíaco de Sotis (El orto helíaco de una estrella es su primera aparición por el horizonte Este después de su período de invisibilidad.). Sotis fue el nombre dado a la estrella Sirio, con lo que el calendario egipcio también se llama sótico. Así pues, el año empezaba cuando Sirio aparecía por el horizonte en el momento de la salida del sol, fenómeno conocido como orto helíaco de Sotis. Se producía en torno al inicio de la inundación anual, y equivale aproximadamente, en la latitud de Menfis, en torno al 20 de junio del calendario occidental. Ahora bien si se tiene en cuenta que el año egipcio es de 365 días, frente a los casi 365,25 días que dura la translación de la Tierra alrededor del Sol, se produce un error de 1 día cada 4 años, es decir el principio del año oficial se retrasaba un día cada 4 años. Por esta razón el calendario egipcio civil era impreciso. El año egipcio no coincide con el año trópico exactamente, sino que es algunos minutos menor, por lo que un periodo sótico tenía 1460 años trópicos (Se denomina año trópico, año tropical o año solar​ al tiempo que transcurre entre dos pasos sucesivos del Sol por el primer punto de Aries. Su duración es de 365.2422 días​ de tiempo solar medio.) y 1461 civiles egipcios o imprecisos. Este es un error importante, al cabo de 400 años el inicio del año oficial y del año trópico estarían desviados 100 días y solo cada 1461 años civiles egipcios coincidirían ambos principios de año. Lógicamente los egipcios observaron este desplazamiento que provocaba que el verano comenzase a mitad de la estación Peret (invierno). Y aquí es donde surgía el problema agrícola. Los egipcios, o al menos los sacerdotes, conocían esta desviación perfectamente, ya que no es difícil observarla, y se puede ajustar con mayor precisión cuanto mayor es el tiempo de observación. Pero el calendario civil no se corregía, sino que acumulaba el error.

En el año 238 a.C., durante el reinado de Ptolomeo III, el decreto de Canopus impuso el llamado calendario alejandrino que establecía un sexto día epagómeno cada 4 años.

Los primeros calendarios romanos tenían 10 meses, de marzo hasta diciembre, y solo contaban con 304 días. Con el paso del tiempo, los astrónomos romanos mejoraron sus observaciones del cielo y definieron un calendario de 12 meses y 355 días a partir del s.VII a.C.

Siglos después, en el 45 a.C., el famoso político y militar Julio César estableció un nuevo calendario: el calendario juliano. Este constaba de 365 días, ya que se le agregaron 10 días para completar el giro de la Tierra alrededor del Sol.

Tras la muerte de Julio César en el 44 a.C., el senado romano decidió dedicarle el mes de julio en su honor. Su sucesor, el emperador César Augusto, decidió que el mes siguiente fuera dedicado a su persona: agosto.

Tanto julio como agosto ganaron un día y pasaron a tener 31 días. Estos dos días fueron retirados de febrero, que pasó a tener 28 días. Para evitar el desajuste con el año solar, se añade un día extra a febrero en los años bisiestos.

Sin embargo, el desfase con el ciclo solar llevó al Papa Gregorio XIII a encargar un nuevo calendario en 1582, que luego llevó su nombre.

Aunque se trata del calendario más preciso, utilizado en casi todo el mundo, cada año se desajusta 26 segundos. Dentro de 3.300 años, tendremos que añadir un día más para ajustar el calendario.

¿Porqué se divide el calendario en AC/DC?

No… No me refería a ese “AC/DC”

Los romanos contaban los años desde la fundación de Roma (ab urbe condita) y los cristianos y por extensión el mundo occidental cuentan los años desde la Encarnación del Señor (ab incarnatione Domini). Esta manera de contar los años la propuso en el año 527 el monje Dionisio el Exiguo, respondiendo a una petición del papa Hormisdas, pero no fue asumida oficialmente hasta el año 607 por el papa Bonifacio IV. Inicialmente se fijó como fecha de inicio del año el 25 de marzo (fiesta de la Anunciación y por tanto de la Encarnación) del año 753 ab urbe condita; luego se desplazó hacia el 25 de diciembre y el 1 de enero, en que se conmemora el nacimiento de Cristo (está clara la incongruencia de celebrar en días distintos el nacimiento de Cristo y el principio del año, cuando se pretende que la cuenta de los años empieza en este acontecimiento).

El sintagma antes de Cristo (abreviado normalmente como a. C. o a. de C.) se emplea para referirse y fechar los años y siglos anteriores a la era cristiana, pero no significa que Cristo haya existido ni mucho menos que haya evidencia de ello.

Las expresiones “de la era común” (e. c.)​ y “antes de la era común” (a. e. c.)​ son designaciones alternativas al empleo de “después de Cristo” (d. C.) y “antes de Cristo” (a. C.), respectivamente, y a la expresión latina anno Domini (A. D.). Debido a que se emplea para referirse al inicio del calendario gregoriano, los dos sistemas de notación son numéricamente equivalentes: 2024 d. C. y 2024 e. c. se refieren al año actual; 450 a. C. y 450 a. e. c. son el mismo año.

En algunas ocasiones, en lugar de e. c. se puede encontrar la abreviación e. v. (en latín, era vulgaris: ‘era común’).​ Existen muchos documentos en casi todas las lenguas donde no se utiliza la abreviatura d. C ni e. c., (quizá considerada innecesaria), directamente se inscribe el número de la fecha de la era actual, aunque sí se usa a. C. o bien a. e. c. si el suceso ocurrió antes del año 1.

Las designaciones “era común” y “antes de la era común” son usadas por científicos y académicos laicos (agnósticos o ateos), o seguidores de alguna confesión, debido a su neutralidad, puesto que los términos “a. C.” y “d. C.” poseen un matiz religioso e inexacto.

Intelectuales que no subrayan el aspecto religioso de las fechas en áreas de historia, arqueología, sociología y antropología, han utilizado en recientes décadas EC y AEC. Muchos escritores judíos, musulmanes y otras prefieren la anotación como término neutral, mientras algunos cristianos interpretan erróneamente la abreviatura e. c. (‘era común’) como ‘era cristiana’.

En sus publicaciones, los Testigos de Jehová usan exclusivamente “e. c.” y “a. e. c.”, y explican generalmente en los pies de página que el mismo se refiere a ‘era común’ y ‘antes de la era común’.​ Esto en consideración de la amplia difusión de sus publicaciones incluyendo países no cristianos, como también por motivos de interpretación religiosa.

A grosso modo, el calendario actual fue un encargo papal, y, por ende, religioso, cristiano, católico. Es por ello que se sitúa la división de los tiempos con dicho calendario, como si realmente el zombie hebreo hubiera existido, con una fecha elegida de modo totalmente arbitrario (25 de Diciembre, Mitra) y un año calculado basándose sólo en suposiciones, pues la evidencia histórica no apoya jamás el nacimiento ni existencia de Jesucristo, pero bien se puede trazar hacia atrás los orígenes del cristianismo.

La Era Cristiana comenzó el 1 de enero del año 754 AUC (Ab Urbe Condita (AUC) significa: desde la fundación de la Ciudad (Roma) y era una forma de contar los años del pasado. Acabamos de comenzar el año 2776 AUC. Los romanos no conocían el 0, por lo que el día que se fundó Roma ya se consideraba el primer aniversario.), como mencioné, por el invento de Dionisio el Exiguo, un monje de origen sirio que, a petición del Papa, descartó a conveniencia la Era Alejandrina de Diocleciano para comenzar a numerar los años a partir del nacimiento de Cristo, fecha inventada a su vez en el año 325 en el Concilio de Nicea, donde se inició la penetración imperial en la administración de la iglesia cristiana.

Explicando el Calendario Juliano y sus Fallas

El calendario juliano fue elaborado por el astrónomo griego Sosígenes de Alejandría, pero fue Julio César (de quien toma el nombre) quien lo difundió por todo el Imperio Romano en el año 46 a.C. La reforma que decretó Julio César puso fin a una situación en algunos momentos caótica. Entre los primitivos romanos, los habitantes de Alba Longa tenían un calendario de 10 meses, cuya duración oscilaba entre los 18 y los 36 días; los de Labinia tenían un año de 374 días distribuido en 13 meses; los etruscos solo tenían meses lunares. Finalmente se llegó a un calendario de 304 días agrupados en 10 meses: 6 de 30 días, y 4 de 31. Con estas oscilaciones está claro que todos los años había que estar haciendo reajustes. Para empezar, febrero era el último mes del año y en él se hacían los ajustes. En la época de Numa Pompilio cada dos años se intercalaba entre el 23 (el sexto calendas) y el 24 de febrero un mes de 22 o 23 días llamado mercedinus (de mercedem, que entre otras cosas significa paga), porque ese era el mes en que se pagaba a la servidumbre. Ese sistema daba unos desajustes que debían regular los pontífices; y lo hacían no con criterios astronómicos, sino políticos; con lo que el invierno civil acabó cayendo en lo que debería haber sido el otoño.

El año en que se introdujo la reforma, 46 a.C., fue llamado año de confusión, debido a que se tuvieron que añadir 85 días para compensar los errores acumulados (445 días). Para ello, se agregaron dos meses entre noviembre y diciembre, uno de 33 días y otro de 34, además del mes intercalado en febrero. La reforma juliana era, en esencia, el calendario egipcio según la reforma de Cánope. Consistió en tomar como inicio del año el 1 de enero, en lugar del tradicional 1 de marzo. Consta de 365 días divididos en 12 meses, excepto los años bisiestos que tienen 366 días, y añaden un día adicional al mes de febrero. El calendario juliano cuenta como bisiestos todos los años cuyo número es divisible por 4, aunque terminen en doble cero. Con este calendario se comete un error de un día cada 128 años o de más de 7 días cada 1000 años.

En los años bisiestos, que tenían lugar cada cuatro años, se añadía un día al mes de febrero, intercalándolo entre los días 23 y 24. Los romanos llamaban al 23 de febrero, sexto calendas Martii (el sexto día antes de las calendas de marzo). Al no permitir la peculiar cuenta y denominación de los días por los romanos alargar el mes, solo les quedaba la opción de repetir un día. El día elegido para ser repetido fue el 23 de febrero, el sexto calendas, por lo que a los años en que se repetía (bis) ese día se les llamó bis-sextilis, que nos dio finalmente el nombre de bisiesto. 23-F bis es un buen recurso mnemo-técnico para recordar el origen de la palabra bisiesto.

El mes de Quintilis se consagró en honor a Julio César en el año 44 a.C., por iniciativa de Marco Antonio, y el mes de Sextilis a Octavio Augusto, por iniciativa del Senado en el 23 a.C. Para satisfacer la vanidad de Octavio Augusto, se dieron al mes consagrado en su honor 31 días, quitándole 1 a Februarius y, para que no hubiese tres meses seguidos de 31 días, September pasó a tener 30 días, October 31, November 30 y December 31.

La manera de contar los días siguió la tradición romana hasta que los visigodos introdujeron la costumbre de numerar los días, que no sería oficial hasta que la adoptase Carlomagno. No obstante, hasta bien entrada la Edad Moderna, la manera de referirse a un día concreto era aludiendo al santo que se conmemoraba. Así, por ejemplo, es muy común encontrar expresiones como: llegamos el día de san Julián.

Este calendario se mantendría hasta la reforma gregoriana, pero en el año 321, el emperador Constantino introdujo una novedad, la semana de siete días: domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado. Además, decretó que el domingo (dies solis) fuese día de descanso para adorar a Dios, en detrimento del sábado, tradicional no solo entre los judíos sino también entre los gentiles. Y es que si Jesucristo había muerto el sexto día de la semana judía, había resucitado en domingo. Por otro lado, se satisfacía a otra religión muy popular: el culto a Mitra, que adoraba al sol.

La introducción del Calendario Gregoriano

En el año 1582 habían pasado más de 1.600 años de vigencia del calendario juliano y los pequeños desajustes iniciales se habían hecho muy ostensibles al cabo de tanto tiempo. A raíz de ello, el calendario civil se había retrasado 10 días respecto al cómputo astronómico; por lo que Gregorio XIII tuvo que decretar en 1582 el salto del día 5 al 15 de octubre, con lo que ese año, octubre tuvo solo 21 días. Esta decisión fue tomada porque el papa Gregorio XIII reunió un grupo de expertos (ojo a los que dicen que el papa era súper cultivado por ser religioso) que, después de cinco años de estudios, le sugirieron la implantación de un nuevo calendario, el que actualmente tenemos en vigor en la sociedad occidental, realizando las siguientes reformas al calendario juliano:

Se excluyeron diez días, disponiéndose que el 5 de octubre se contase como 15 de octubre.

Se corrigió la duración del año trópico, estableciéndose en 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos, según las Tablas Alfonsíes de Alfonso X de Castilla. O lo que es lo mismo 365,2425 días.

Los años seculares se convirtieron en bisiestos solo si resultaban divisibles por 400. Sin esta corrección, el calendario civil se había desviado 10 días en 15 siglos.

En esencia, la principal aportación de la reforma gregoriana consiste en que la cuenta de los años bisiestos no es rígida como en el calendario juliano; así pues, de la regla general del bisiesto cada cuatro años, se exceptuaban los años múltiplos de 100, excepción que a su vez tenía otra excepción, la de los años múltiplos de 400, que sí eran bisiestos. La nueva norma de los años bisiestos se formuló del siguiente modo:

La duración básica del año es de 365 días; pero serán bisiestos (es decir tendrán 366 días) aquellos años cuyas dos últimas cifras son divisibles por 4, exceptuando los años que expresan el número exacto del siglo (100, 200…, 700…, 1800, 1900 …), de los que se exceptúan a su vez aquellos cuyo número de siglo sea divisible por 4 (400, 800 …, 2000).

El calendario se adoptó inmediatamente en los países bajo la influencia de la Iglesia católica, ya que la reforma procedía del Papa de Roma, sin embargo en muchos otros países por ser de confesiones religiosas diferentes que no obedecían a la autoridad del Papa, este calendario se implementó mucho más tarde como en el Reino Unido hasta 1752 o en Turquía hasta 1927. Esta diferencia al adoptar el calendario dio pie a un error causando un 30 de Febrero, explico: Adoptarlo, de inicio, requería adelantar 10 días en 1582 y cuando Suecia finalmente se decidió a utilizar el gregoriano, lo intentó a su manera.

Optaron por hacerlo gradualmente, saltándose los días bisiestos de febrero durante 40 años, hasta eliminar el desfase.

Según el calendario juliano que seguían, 1700 era un año bisiesto, pero sólo le atribuyeron 28 días a febrero. Tenían la intención de hacer lo mismo en 1704, 1708, etc. pero poco después estalló una guerra y se olvidaron de los cambios.

Unos años después, el emperador Carlos XII se dio cuenta de que en Suecia el calendario no era ni juliano ni gregoriano, tomó medidas drásticas y abandonó el cambio.

Pero, como ya habían omitido el bisiesto de 1700, ordenó que en 1712 (otro bisiesto) se añadiera un día adicional tras el 29 de febrero, creando así por única vez en la historia desde las épocas de Julio César el 30 de febrero.

El calendario gregoriano, el usado en la mayor parte del mundo, tiene 14 configuraciones de días y fechas que se encadenan de forma infinita.

Por ejemplo, 2021 inició en viernes y terminó en viernes. Es una configuración.

En 2022 pasó lo mismo, pero en días sábado, lo cual es otra configuración; 2023 en domingo, es una tercera. Pero 2024 será bisiesto, así que romperá el ciclo, dando lugar a otras configuraciones de inicio y fin de año en otros días.

En total, se pueden generar 14 configuraciones. No hay otras posibles.

Otros Calendarios

El calendario gregoriano es el más extendido en el mundo, pero no el único.

El calendario lunar chino dice que actualmente vivimos en el año 4718, hasta el 12 de febrero, cuando cambiará este año (según nuestro calendario).

Algunas naciones árabes se rigen por el calendario hijri, el cual cambia a mediados del año gregoriano. Así que por los próximos meses seguiremos en el año 1442.

Los judíos también tienen su propio calendario, el cual es uno de los más antiguos del mundo. Están en el año 5781, el cual cambiará en septiembre.

Hace unos 2.000 años, la civilización maya creó su propio calendario en ciclos de 52 años. Los mayas calcularon las fechas desde el 3114 a.C. hasta el año 2012.

Los mayas también calcularon que el año solar tenía 365 días, pero las fechas se marcaban combinando tres calendarios diferentes: el Tzolkin o calendario divino, el Haab o calendario ceremonial y la Cuenta Larga, que contemplaba un período de más de 5.000 años.

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Julien Dordellie

Escéptico, campeón del método científico. Especializado en Historia y Antropología por convicción, y estudiado en Biología Evolutiva y Ciencia de Datos.